martes, 17 de julio de 2012

El día siguiente a tu partida fue particularmente fúnebre y el que siguió, y aun el siguiente. Todo parecía envuelto en la atmósfera negra que flota confusamente sobre el exterior de las cosas, sobre mi cabeza como un nubarrón, y la tristeza, esa que se mete en el alma con dulces alaridos, como el viento del invierno en los castillos abandonados, es esa la evocación de lo que se ha ido, la lasitud que se apodera después de cada hecho consumado y cada lágrima derramada, ese dolor que nos produce la interrupción de todo movimiento acostumbrado, la cesación brusca de una vibración prolongada.....

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