sábado, 20 de abril de 2013

He visto a una mujer con el cabello rojo, más rojo de lo que quizá nunca vi y me pregunte: ¿Qué hace que alguien tome esas decisiones?, ¿qué hace que yo tome ciertas decisiones?, como es que es tan fácil/difícil, elegir entre ciertas cosas, que nos lleva a elegir a determinada persona, entre tantas, que hace que te enamores, me pregunto si el amor nos elige o ¿nosotros lo elegimos a él? y es que quizá las casualidades no son del todo ciertas, tal vez hay más de nosotros en las decisiones que tomamos que en lo que creemos que llega por destino.

Viaje nocturno con poesía en los cristales








El tren, debe ser bastante tarde para seguir despierta, es ya lo bastante tarde para seguir pensando, el viaje nocturno  siempre parte a la misma hora pasada ya la media noche, pasado el ocaso y quizá la niebla, últimamente lo escucho a diario. La hora de dormir que antes era mi refugio, ahora es mi suplicio, solía viajar en él, por la mañana, el aroma a café inundaba el vagón y me dibujaba una sonrisa, los andenes se llenaban de personas con traje,  corbata y maletín, con la mirada fija en el reloj, los ojos cansados del insomnio que les acometía, y pensé en ti, como todas las mañanas a la misma hora, pensé en cuanto te gustaba leerme a Neruda en la madrugada, que yo siempre afirmaba que solo me gustaba una de sus poesías y tú leías todas, intentando convencerme de lo bueno que era, y a mí me encantaba, me encantaba escuchar tu voz leyendo, hablando, y cuando yo te leía, decías:- escribes precioso y eras tú mi único lector, que te gustarán mis ojos, profundos, oscuros.
En las ventanas del tren creí ver poesía, pero eran solo palabras; ya no viajo más en ese tren, ya no me lees más a Neruda, y si he de confesar algo es que a fuerza de escucharlo, me he prendado de él, es lo más cercano a ti.